viernes, 10 de octubre de 2014

La Policía está mejor vista

Las manifestaciones violentas se reducen. El pasado martes, el director de la Policía, Ignacio Cosidó, afirmó que durante los ocho primeros meses del año hubo la mitad que en el mismo periodo de 2013. La cifra supone un respiro para el Gobierno, que en los dos primeros años de la legislatura ha sido atizado por los ciudadanos disconformes y cabreados. En 2012, más de 36.000 concentraciones sirvieron para expresar ese descontento popular, una cifra jamás alcanzada antes en España.

Algunas de esas concentraciones, requirieron intervención policial y, en no pocos casos, los agentes adquirieron un protagonismo mediático que ninguno de ellos buscaba. Desde algunos sectores se les calificó de represores fascistas al servicio de un Gobierno autoritario. Las imágenes de agentes cargando contra jóvenes indignados alimentaban esa visión y traían a la memoria colectiva épocas pasadas. Y no sin razón en algunos casos, pocos, pero suficientemente divulgados.
El 22 de marzo de 2014, sin embargo, las cosas dieron un giro de 180 grados. Nada menos que 67 policías resultaron heridos, algunos de ellos graves, durante las batallas campales que tuvieron lugar en Madrid tras las denominadas Marchas por la dignidad. Los vídeos que circulaban en Youtube ya no mostraban a ciudadanos golpeados, reprimidos, sino a policías acorralados, ensangrentados, víctimas del ensañamiento de los violentos.
Ese día la imagen de la Policía cambió. Era difícil defender que un funcionario desarmado y sin casco, golpeado por una decena de radicales con bates de béisbol podía llegar a ser un represor. Nada menos que 14 grapas en la cabeza tuvieron que colocar en la cabeza de ese inspector para curarle.
El 22M permitió al Ministerio del Interior retomar la iniciativa política. Cosidó y el ministro Jorge Fernández Díaz tenían argumentos de sobra para anunciar la adquisición de nuevo material antidisturbios y defender el papel de la Policía como garante de la seguridad ciudadana y protector de los derechos civiles. Nada menos que 67 funcionarios habían puesto en riesgo su vida para recordar cuál era el papel de la institución más valorada de España, después de la Guardia Civil.
Las nuevas cifras de manifestaciones violentas arrojadas por Cosidó muestran un claro cambio de tendencia. Parece difícil que volvamos a los números del año pasado o del anterior, que tuvieron su clímax el 22M, sobre todo si la economía y el paro se recuperan, aunque sea lentamente, como está ocurriendo. Podemos decir, por lo tanto, sin demasiado riesgo de equivocarnos, que la democracia ha superado el reto planteado por los alborotadores públicos, que encontraron en la crisis el perfecto caldo de cultivo para desestabilizar al país, y lo ha hecho gracias a los que siempre dan la cara dispuestos a que se la rompan, los funcionarios de la Policía.

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