jueves, 14 de noviembre de 2013

El futuro son las noticias

No me canso de leer que el periodismo del futuro potenciará los porqués, que predominarán las explicaciones, el análisis, la puesta en contexto, que no será tan importante lo que ha pasado como las causas que han provocado que algo suceda. Es decir, que la noticia pasará a un segundo plano en favor de la interpretación. Perdonen, pero no estoy de acuerdo por tres los motivos.

El primero, filosófico. No hay porqués sin qués. No se puede explicar algo si previamente no se dice lo que se va a explicar. Es imposible ofrecer una análisis de una noticia que no se ha contado o que no existe. Solo cuando una información se hace pública aparecen por decenas los analistas y los contertulios que se lanzan a explicarla.

El segundo, conceptual. La noticia es un bien escaso. Un exdirector de gran periódico me decía recientemente en una conversación personal que la noticia se había convertido en una commodity. En el momento, me llamó la atención el comentario, pero decidí no responder precipitadamente. Sabía que algo no encajaba en esa afirmación, pero opté por ser prudente y reflexionarlo antes de pronunciarme. Hoy, cuando ya han pasado unos días de aquella conversación, me atrevo a levantar la voz con energía. ¿Qué noticia es una commodity? ¿La que publican prácticamente a la vez decenas de periodistas que han asistido a la misma rueda de prensa? ¿O la que esconde un dirigente político en su cajón y que nunca se abrirá sin un periodista con ganas de saber la verdad? Sin duda algunas noticias son una commodity, pero nunca las que merecen la pena, las que dan sentido a la profesión, las que son fruto de un duro trabajo basado en la constancia, el esfuerzo, la renuncia y el estudio. Esas, señor exdirector, siempre serán un bien escaso.

El tercero, profesional. El auténtico análisis lo hace el verdadero experto. Sacar un tema, como me decía una periodista amiga en referencia a una historia de cierta envergadura, es muy difícil. En efecto, requiere tiempo, paciencia, preguntar y repreguntar, esperar a la persona adecuada y pillarla en el momento preciso, insistir con educación, no pararse, tener espíritu crítico, ser constante, estar en los sitios, no confiarse, evitar las frivolidades, dedicar horas. Todo ese esfuerzo, al final, por uno u otro lado, es recompensado con una noticia. Pero no hay espacio suficiente para contar todo. El periodista guarda para sí los olores, las miradas, los gestos, los detalles e incluso muchos datos que no tienen importancia ahora, pero que quizá mañana sean trascendentales. Nadie mejor que él, por lo tanto, para abordar ese análisis que algunos proclaman como el futuro del periodismo.

El periodismo está cambiando, sin duda, pero no hacia la interpretación, sino hacia una revalorización de la noticia, del buen reportaje y de la calidad informativa. O al menos así lo veo yo.

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