sábado, 27 de septiembre de 2014

El momento de condecorar

El actual Rey Felipe VI condecora a un policía el año pasado,
cuando aún era Príncipe.
El Ministerio del Interior condecorará a los 46 policías que participaron más activamente en la resolución de la investigación del presunto pederasta de Ciudad Lineal. Se trata de 40 medallas blancas y seis rojas. Cuando en Seguridad y Tribunales publicamos esta noticia en la web de uno de nuestros clientes, Lainformacion.com, los comentarios de los lectores parecían unánimes. ¿Por qué tienen que premiar a unos profesionales por hacer su trabajo?

No voy a tratar de responder a esa pregunta. Creo que en ocasiones realizar tu trabajo puede ser heróico y, por lo tanto, merecedor de toda distinción. Mi crítica se dirige más hacia la decisión del Gobierno de premiar a los 46 agentes justo en este momento, cuando los actos por los que se les premia aún no han sido probados. La indagación policial previa a la detención del supuesto pederasta es solo la primera parte de la instrucción procesal. No sería la primera vez que una investigación policial termina en nada. Es cierto que las causas de que un asunto termine en absolución son muchas. Pero también lo es que solo hay un modo en democracia de confirmar que alguien es culpable y que, por lo tanto, un caso se torna resuelto: la sentencia judicial.
Recuerdo, por ejemplo, lo que ocurrió con los policías que investigaron el caso Coslada, que conllevó la imputación inicial de casi una treintena de funcionarios del Ayuntamiento madrileño. Interior condecoró entonces a los investigadores que dirigieron las pesquisas. Seis años después, apenas hay media docena de imputados en ese proceso y muchos de los delitos que en principio se atribuían a los acusados han quedado por el camino.
El trabajo policial es distinto al judicial, me argumentan algunos funcionarios cuando les expongo esta reflexión. Lo comparto, pero a medias. Jueces, fiscales y miembros de las fuerzas de seguridad trabajan en equipo desde el comienzo de la instrucción hasta el juicio oral. Todas las decisiones policiales están supervisadas por la autoridad fiscal o judicial en cada momento. A veces, los primeros proponen y los segundos disponen. Otras, los segundos acogen las recomendaciones de los policías.
No parece correcto, por lo tanto, desentenderse en un momento del proceso. Además, son los agentes los que ponen patas probatorias a la acusación. Nadie más que ellos. Parte de culpa tendrán si esos indicios recogidos no son suficiente para los representantes del estado de derecho. Condecorar a los policías antes de que el juez dictamine que la investigación está bien hecha es en cierto modo prejuzgar y condenar públicamente al actual sospechoso. Y solo la Justicia puede determinar la culpabilidad o la inocencia de alguien.

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